La
Felicidad
La
felicidad ha sido un tema de interés para los seres humanos. En diferentes
épocas los pensadores se han acercado para escudriñar los aspectos que
acompañan a la felicidad, a veces con el propósito único de conocerla,
describirla, en otros momentos para
señalar de qué manera se puede alcanzar. Aparecen entonces preguntas como: ¿Qué
es la felicidad?, ¿Cómo se consigue la felicidad? o ¿Cómo se mantiene la
felicidad?
El
responder estas preguntas lleva a entender que existe una concepción de la
felicidad y como toda concepción va a estar influenciada por el contexto
situacional y temporal. Estas dos dimensiones enmarcan la felicidad de acuerdo
a una época y a unas coordenadas geográficas, pero estas dos dimensiones, a su
vez, hacen emerger una tercera que tiene
que ver con el conocimiento o forma de pensar, influido por los factores del
momento socio histórico que se esté desarrollando.
Así
mismo, las respuestas a estas preguntas
tienen que ver con descripciones, métodos y procedimientos. Descripción de
acuerdo a la concepción de la felicidad, métodos para conseguirla y
procedimientos o acciones para mantenerla.
Con
el propósito de dibujar el “Mapa” mundial de la felicidad, desde 1981 hasta el
año 2007, el Instituto de Investigación Social de la universidad de Michigan
realizó un estudio de diseño longitudinal el cual tuvo como objetivo estudiar la
percepción acerca de la felicidad que tenían los habitantes de 98 países. Para
esto, Ingelhart, a la manera de Sócrates también preguntó por las “plazas” de
mundo, a sus coterráneos, acerca del problema de la “vida buena” preguntó
acerca del modo actual de vida y el que ha llevado en el pasado. El cuestionario
estuvo constituido por dos preguntas sencillas:
1.
"Considerando todo
en general, ¿Diría que es usted feliz, bastante feliz, no muy feliz, o nada
feliz en absoluto?"
2.
"Considerando todo en general, ¿cómo de
satisfecho está con su vida tal y como es en la actualidad?". Totalmente
satisfecho, poco satisfecho o nada satisfecho.
En
la última recolección de datos con 350.000 personas resultó que los habitantes
más felices son los de Dinamarca, entre las características sociales
de este país están que: posee democracia, igualdad social y clima social
pacífico; mientras que Zimbawe ocupa el último lugar de la lista, este país se
encuentra inmerso en continuos conflictos políticos y sociales. Inglehart, Foa,
Peterson y Welzel (2008) señalan que el factor determinante más importante de
la felicidad en nuestros días, es la paz sociopolítica, parece existir una
fuerte correlación entre la paz y la felicidad.
Se
entiende esta paz por la disminución de conflictos sociales y el aumento en la
calidad de vida.
Por
otra parte, los datos indican que, en general, el mundo es cada vez más feliz,
ya que en 98 de los países analizados desde el inicio del estudio se ha
registrado un aumento acerca de la percepción de la felicidad desde 1981 hasta
2007.
Ronald
Inglehart, científico político del Instituto de Investigación Social de la Universidad de
Michigan y director de este trabajo asegura que “el determinante más importante
de la felicidad es la proporción en la que la gente tiene libertad de elección
en cómo vivir su vida y la capacidad para atender sus necesidades”.
Así mismo Easterlin en el 2010, plantea la paradoja de la felicidad y
los ingresos del país, encontró que en el corto plazo,
en los tres grupos de países investigados, la felicidad y los ingresos van de
la mano, es decir, la felicidad tiende a caer en las contracciones económicas y
el aumento de la felicidad ocurre durante los períodos de expansión económica.
De estos resultados se podría definir la felicidad como un estado de ánimo de satisfacción, que
se logra con la posesión de bienes para
asegurar el disfrute de la calidad de
vida en paz y libertad. La felicidad según este argumento se encuentra ligada
al sistema económico y sociopolítico del Estado. En este caso ligado a los
indicadores socioeconómicos lo que se denomina como calidad de vida o el bienestar.
Las diversas
morales “materiales o concretas” consideran la felicidad como el supremo bien.
La felicidad consiste en la posesión de tal bien, cualquiera que este bien sea. (Ferrater, 1979)
Si se continúa con la revisión de lo relacionado con la
felicidad se encuentran diferencias en comprender cual es el bien supremo. En
el siglo V A.C., Sócrates sustenta que
la felicidad o la vida buena se caracteriza por una adhesión inquebrantable a
la justicia, señala que “vivir a toda costa es vivir bien, y sólo vive una vida
buena y feliz quien está dispuesto a morir con tal de no cometer injusticia”.
Así mismo Sócrates exhorta a la virtud porque la virtud es el
bien supremo, para el ser humano sin la cual se puede ser feliz. Para Sócrates
no existe felicidad, sin virtud; la virtud es entonces la condición suficiente
y necesaria para ser feliz.
La virtud la relacionaba con el conocimiento, según su cognitivismo
moral, “no se puede hacer lo justo si no se lo conoce y al tener el
conocimiento es imposible de dejar de hacer lo justo”. Para hacer que una
persona sea virtuosa y pueda obtener la felicidad se le debe enseñar en que
consiste la virtud verdadera. Sócrates sostenía que toda persona tiene
conocimiento pleno de la verdad última dentro de su alma, sólo necesita ser
estimulada para hacer conciencia de ese conocimiento. El procedimiento que
consideraba para lograrlo es la mayéutica, el cual consiste en aplicar el
diálogo como instrumento dialéctico para llegar al conocimiento que todos los
seres humanos poseen de forma innata.
Aristóteles insistió en el carácter contemplativo de la
felicidad en su grado eminente, o
sea en la beatitud, dio a la
felicidad una noción más extensa, definiéndola como «determinada actividad del
alma desarrollada conforme a la virtud», la cual incluye, la satisfacción de las necesidades y
de las aspiraciones mundanas. Según Aristóteles, las personas felices deben
poseer las tres especies de bienes, especies que se pueden distinguir según
sean bienes externos, del cuerpo y del alma. Pero las personas deben tener
responsabilidad por su propia existencia. Cada ser humano merece tanta
felicidad según la virtud, sentido y capacidad de obrar que posea; por lo tanto
el sabio que se basta a sí mismo con mayor facilidad tendrá de forma más
accesible a la felicidad.
La ética posaristotélica se ocupa, en cambio, exclusivamente de la
felicidad del sabio; la precisa división que los estoicos formulan entre sabios
e insensatos hace, en efecto, obviamente inútil ocuparse de estos últimos. El
sabio es el que se basta a sí mismo y que, por lo tanto, es el único que
encuentra su felicidad o más bien su beatitud.
Para Plotino la felicidad es la vida misma; por lo tanto, todos los
seres vivientes animales y plantas, pueden alcanzar la felicidad. Pero la
felicidad pertenece en el grado más importante a la vida más completa y perfecta
que es la de la inteligencia pura. Es el sabio, en quien se realiza tal vida,
es un bien por sí mismo y no tiene necesidad más que de sí mismo para ser
feliz, no busca las otras cosas o, por lo menos, las busca sólo por ser
indispensables a las cosas que le pertenecen (por ejemplo, al cuerpo) y no a él
mismo. La felicidad del sabio no puede ser destruida ni por el fracaso, ni por
enfermedades físicas y mentales ni por ninguna circunstancia desfavorable, como
no puede ser aumentada por las circunstancias favorables por lo tanto, es la
misma beatitud de que gozan los dioses. (Abaggnano 1961)
Para Platón la felicidad es posible cuando se reconoce la
obra de dios, parecerse a dios a través
de la sabiduría. La virtud del conocimiento está en saber que es lo que
realmente es bueno, esto no es relativo sino absoluto, ya que de otra manera no
podría ser objeto de conocimiento. La felicidad es la capacidad que tiene el
alma para cumplir con su deber, el cual es dirigir al hombre de la mejor manera
posible. Este concepto hace referencia a la situación del ser humano en el
mundo y a los deberes que le competen.
El culto religioso y la virtud son los medios para conseguir
la felicidad ser bueno y feliz, es ser virtuoso. Estas ideas fueron sustentadas
por los filósofos de la edad media, como
Santo Tomás quien se apropia de la doctrina aristotélica y la extiende a la
generalidad de todos los seres humanos.
San Agustín sustenta la felicidad como la posesión de dios,
es la posesión de lo verdadero absoluto. También para San Buenaventura la
felicidad está relacionada con un fin último la consumación del recorrido que
lleva el alma a dios. La felicidad es conocimiento,
amor y posesión de dios. Santo Tomás usó el término beatitudo como
equivalente al vocablo felicidad y lo definió como «un bien
perfecto, de naturaleza intelectual». La felicidad no es simplemente un estado
del alma, sino algo que el alma recibe desde fuera, pues de lo contrario la
felicidad no estaría ligada a un bien verdadero (Ferrater, 1979).
La felicidad no es simplemente un estado del alma, sino algo que
el alma recibe desde fuera, pues de lo contrario la felicidad no estaría ligada
a un bien verdadero.
A pesar de las diferencias en el tratamiento de la felicidad
que presentan los filósofos antiguos medievales y modernos, también tienen algo
en común y es que consideran la felicidad como un bien en si mismo, sino que
para saber lo que es la felicidad hay que conocer el bien o los bienes que la
producen.
Aún los autores que establecen la felicidad en un estado de
ánimo, independiente de los bienes, concluyen que no puede definirse la
felicidad sino se define cierto “bien” por muy subjetivo que este sea. Uno de
estos autores es Kant, quien considera
que la felicidad es la satisfacción total de las inclinaciones individuales,
estas inclinaciones son determinadas por la constitución psicofísica del
individuo. Por lo tanto serán innumerables las inclinaciones y no puede haber
consenso acerca de un saber universal sobre el bien del hombre, la felicidad
para cada ser humano es una cuestión empírica y no filosófica. Kant destaca claramente
este punto al manifestar en la Crítica de la razón práctica que la
felicidad es «el nombre de las razones subjetivas de la determinación» y, por
tanto, no es reducible a ninguna razón particular. Es la condición de un ser racional en el
mundo, la cual en el transcurso de su vida, todo resulte de acuerdo a su deseo
y voluntad. Por lo tanto considera imposible usar la felicidad como fundamento
de la vida moral.
Kant declara imposible la
felicidad y esta es remitida a un mundo inteligible que es «el reino de la
gracia» (Crítica Razón Pura). Este autor tuvo el mérito de enunciar, en primer lugar,
de modo riguroso la noción de felicidad y, en segundo lugar, el de demostrar
que tal noción es empíricamente imposible, o sea irrealizable. (Abaggnano, 1961).
A partir del Humanismo, la noción de felicidad comienza a ligarse
estrechamente, como lo estuvo en el pasado, con la de placer. Sobre ella
concuerdan Locke y Leibniz. Locke dice que la felicidad «es en su grado máximo
el más grande placer de que seamos capaces y la desgracia, el dolor mayor; y el
grado mínimo de lo que llamamos felicidad es ese estado en que, libres de todo
dolor, se goza de un placer presente en grado de no poder satisfacernos con
menos». Y Leibniz: «Yo creo que la felicidad es un placer duradero, lo que no
podría suceder sin un progreso continuo hacia nuevos placeres» (Abaggnano, 1961).
Hume le da un sentido social a la noción de la felicidad como placer: la felicidad
resulta placer que se puede difundir, el placer para el mayor número de personas, y de esta forma “la
noción de felicidad se convierte en la base del movimiento reformador inglés
del siglo XIX”. (Op.cit)
Bentham acepta como fundamento de la moral, el planteamiento de
Beccaria ”la máxima felicidad posible para el mayor número de personas. Este planteamiento
que fundamento las ideas de James y Stewart Mill, esto le da mayor importancia
al carácter social de la felicidad. La felicidad pasa a depender de condiciones
y circunstancias el ser humano sociable. En la cultura inglesa y de
Norteamérica, este concepto de felicidad ha sido la base del liberalismo
moderno.
Tratar de entender la felicidad desde los autores pasando por los filósofos
griegos, que hablaban de la eudamonía como un estado deseable al que sólo se
puede aspirar a través de una vida virtuosa calificada como tal desde un sistema
de valores, hasta el tratamiento que da la psicología social sobre los aspectos
del buen vivir traducido en indicadores
socioeconómicos e individuales. Esta visión permite una reflexión “a todos nos
interesa ser felices”, (porque nadie quiere ser infeliz, obviamente), existe entonces la preocupación por la felicidad.
La búsqueda de la felicidad parece ser lo más generalizado en la humanidad. Al
respecto Comte-Sponville (2001) señala que el fin de la filosofía es una
práctica discursiva que tiene a la vida como objeto, a la razón
como medio y a la felicidad como
objetivo. Se trata entonces de pensar
mejor para vivir mejor…Entonces tendré que filosofar para ser feliz.
Las peguntas
con las cuáles inicié ¿Qué es
la felicidad?, ¿Cómo se consigue la felicidad? o ¿Cómo se mantiene la
felicidad?, están imperturbables esperando respuestas.
A
modo de corolario, una frase encierra la esencia del pensamiento de un autor, a
continuación algunas frases que se refieren a la felicidad.
La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de
suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos
los días.
Benjamin Franklin (1706-1790) Estadista y científico
estadounidense
La felicidad consiste en tener siempre algo que hacer,
alguien a quien amar y alguna cosa que esperar.
Thomas Chalmers (1780-1847) Ministro
presbiteriano, teólogo, escritor escocés.
Felicidad no es hacer lo que uno quiere sino
querer lo que uno hace.
Jean Paúl Sartre (1905-1980) Filósofo y
escritor francés.
Algún día en cualquier parte, en cualquier
lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser
la más feliz o la más amarga de tus horas.
Pablo Neruda (1904-1973) Poeta chileno
La felicidad es interior, no exterior; por lo
tanto, no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos.
Henry Van Dyke (1852-1933) Escritor
estadounidense
La felicidad es la certeza de no sentirse perdido.
Jorge Bucay (1949-?) Escritor y psicoterapeuta argentino
La suprema felicidad de la vida es saber que
eres amado por ti mismo o, más exactamente, a pesar de ti mismo.
Víctor Hugo (1802-1885) Novelista francés
Desciende a las profundidades de ti mismo, y
logra ver tu alma buena. La felicidad la hace solamente uno mismo con la buena
conducta.
Sócrates (470 AC-399 AC ) Filósofo griego.
Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas
cosas: Un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna…
Groucho Marx (1890-1977) Actor estadounidense
No debemos permitir que alguien se aleje de
nuestra presencia sin sentirse mejor y más feliz.
Madre Teresa de Calcuta (1910-1997) Misionera
de origen albanés naturalizada india
Sólo hay felicidad donde hay virtud y
esfuerzo serio, pues la vida no es un juego.
Aristóteles (384 AC-322 AC ) Filósofo griego
Ponemos más interés en hacer creer a los
demás que somos felices que en tratar de serlo.
François de la Rochefoucauld
(1613-1680) Escritor francés
Los hombres olvidan siempre que la felicidad
humana es una disposición de la mente y no una condición de las circunstancias.
John Locke (1632-1704) Filósofo inglés.
La felicidad es una estación de parada en el
camino entre lo demasiado y lo muy poco.
Channing Pollock (1880-1946) Dramaturgo
estadounidense
La verdadera felicidad consiste en hacer el
bien.
Aristóteles (384 AC-322 AC ) Filósofo griego.
La felicidad no es un ideal de la razón, sino
de la imaginación.
Immanuel Kant (1724-1804) Filosofo alemán.
La felicidad del cuerpo se funda en la salud; la del
entendimiento, en el saber.
Tales de Mileto (624 AC-546 AC ) Filósofo y matemático griego
Nunca, en verdad, vacilé en la convicción de que la felicidad es
la prueba de toda regla de conducta y el fin de la vida.
John Stuart Mill (1806-1873) Filósofo y economista inglés.
REFERENCIAS
Abaggnano,
N. (1961) Diccionario de filosofía.
México: Fondo de Cultura Económica.
Comte-Sponville, A. La felicidad, desperadamente (2001). España: Paidós
Easterlin,
R. (2010, Diciembre). Paradoja de la felicidad y el progreso económico. Pinas.
107(52), 22463-22468.
Ferrater,
J. (1979). Diccionario de filosofía.
Madrid: Alianza.
Inglehart,
R., Foa, R., Peterson, Ch y Welzel, C. (2008, July) Development, freedom and
rising happiness: A global perspective (1981 – 2007). Perspectives in Psichological Science, 3, 264 – 285.